“Se tienen que sacar los ojos”: analista proyecta dura pugna en la derecha sin primarias
Publicado: 11-05-2025 21:33
Con el plazo de inscripción de primarias vencido el 30 de abril, las fuerzas políticas de la derecha chilena avanzan a la elección presidencial de noviembre divididas entre Evelyn Matthei (Chile Vamos), Johannes Kaiser (Partido Nacional Libertario), José Antonio Kast (Partido Republicano) y la recién ingresada Francesca Muñoz (Partido Social Cristiano). Sin un mecanismo legal de primarias que las unifique, estas candidaturas deberán disputar voto a voto un electorado cada vez más atraído por las opciones más radicales del sector.
En conversación con El Desconcierto, el historiador y analista político Cristián Pérez (UPLA) advierte que la derecha tradicional —encabezada hoy por Matthei— enfrenta “problemas muy serios” para montar una primaria creíble, pues no ha logrado encontrar un contrincante “respetable” que legitime un proceso que no parezca “arreglado”. Al mismo tiempo, la ultraderecha consolida su propio espacio electoral, alimentada por votantes que “se sienten muy conservadores y autoritarios, herederos del pinochetismo”.
Pérez describe el fenómeno como una migración del electorado desde una “derechita cobarde —negociadora y moderada—” hacia una “derecha derecha —más dura y autoritaria—”. Esta tensión, explica, obliga a Matthei a dirigirse a los sectores más extremos para frenar la fuga de votos, incluso apelando indirectamente al legado pinochetista para mantener el apoyo de una base que valora la “mano dura” por sobre la moderación.
En paralelo, el progresismo se prepara para sus propias primarias el 29 de junio, muestra de unidad antes de la primera vuelta. Pérez subraya que la escena política se polariza hacia los extremos, dejando un centro vacío y trasladando la atención mediática y electoral a las fuerzas que sí participan en las primarias, lo que, de paso, reduce aún más el espacio de maniobra para los candidatos de la derecha.
Con la mirada puesta en la segunda vuelta, el analista concluye que las fuerzas opositoras “se tienen que sacar los ojos” en la disputa interna, pues solo así definirán cuál de las dos derechas —la tradicional o la ultraderecha— logrará imponerse y llegar a noviembre con opciones de arrebatar el gobierno al progresismo.